Si te has quedado “estancado” en un peso y no puedes reducirlo por más que vayas todos los días al gimnasio o sigas la dieta que te indicó el médico quizás se deba a otras cuestiones.
Acumular deseos de comer o pasar hambre
Estás pensando en un chocolate o un pastel con nata y fresas. Pero te privas de comerlos porque va en contra de tu dieta. Lo que seguro no sabes es que, de tanto acumular ganas de disfrutar un alimento, la próxima vez que lo tengas delante no podrás resistir la tentación de ingerirlo… Y, además, comerás el doble o el triple.
Por otra parte, pasar hambre y saltear ingestas no es recomendable ya que, tarde o temprano, el cuerpo te pide “saldar esa deuda” de nutrientes y calorías. Pero, además de ello, no tendrás ganas de comer algo sano, como una fruta, sino aquello que tenga más cantidad de calorías.
Hacer dieta por etapas
Llegan las vacaciones de verano, tienes una boda o te das cuenta de que la ropa no te queda como antes. Entonces empiezas a seguir un régimen de comidas. Sin embargo, una vez que cumples con la meta (o mucho antes de llegar a tu peso ideal) la abandonas.
Ponerse a dieta puede ser una solución en el corto plazo. Comer de manera saludable es un hábito para toda la vida.
Si comenzar el régimen supone hacer un cambio muy drástico en tu forma de comer entonces los kilos de más no serán tan fáciles de eliminar. Y una vez que te saltes algo de la dieta recuperarás los gramos o kilos que habías perdido (y más también).
Seguir dietas “milagrosas”
En internet y en las revistas podemos encontrar cientos de opciones de dietas mágicas que supuestamente te hacen adelgazar en menos de lo que canta un gallo. En el caso de que alguna de ellas funcionara lo haría poniendo en riesgo tu salud.
Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con las dietas de un solo alimento, las que aumentan la cantidad de grasas y proteínas o las que indican ayunos prolongados únicamente bebiendo té y agua.
No creas en esas promesas de “bajar 7 kilos en una semana”. Es imposible que tu cuerpo e incluso tu salud mental lo resistan. Lo máximo que puedes adelgazar en 7 días es 2 kilos y eso ya es decir mucho.
Tampoco sería bueno que copiaras la dieta que hizo una amiga o prima aunque a ella le haya funcionado. Recuerda que no todos los organismos reaccionan igual.
No beber suficiente agua
Uno de los típicos errores es creer que los refrescos de dieta son también agua y, si bien se beben, contienen una gran cantidad de componentes que se acumulan en el organismo y pueden causar hinchazón y gases. El café o la leche tampoco debemos contarlos.
No prestar atención a las calorías “invisibles”
Ya que nos estábamos refiriendo a las bebidas podemos dar como ejemplo el alcohol o los zumos industriales. Creemos que no nos suman calorías, pero eso no es verdad.
Los aderezos y las salsas también son de los más consumidos sin darnos cuenta de sus aportes calóricos, ya que pueden contener azúcar, grasa o sal dentro de su composición.
Dormir mal
Por supuesto que no descansar lo suficiente te hace engordar o te impide adelgazar. En primer lugar, porque si vas a acostarte tarde y a levantarte temprano estarás más horas despierto y, por ende, tendrás más tiempo disponible para comer.
Pero, además, porque cuando el cuerpo no reposa lo necesario empieza a desequilibrarse. ¿De qué manera? Acumulando grasas y evitando que estas se pierdan fácilmente.
Abusar de la comida light
El hecho de que el envase sea verde y diga las palabras mágicas “dieta”, “light” o “bajas calorías” no quiere decir que puedes comer esos alimentos sin cuidarte. Es verdad que te aportan menos grasas o azúcares que las versiones regulares, pero no son libres de estos componentes.
Además, no sirve de nada elegir paquetes de comida light si vas a comer más cantidad de lo indicado. Una cuña de queso sin sal es buena, pero medio kilo, no.
Comer si no se tiene hambre
“El nutricionista indicó que a media mañana coma un yogur y una barra de cereal. No tengo apetito, pero los consumo igual”. “Cada vez que paso por la cocina abro la nevera para ver qué hay y siempre termino picando algo”.
Existen personas que comen porque el médico se lo recetó, porque “les toca” la ingesta antes del almuerzo o porque no tienen nada mejor que hacer. Debes prestar atención a cuándo tu estómago te pide comida por hambre y cuándo es por ansiedad o aburrimiento (entre otras causas).
Comer rápido
¿Sabías que si comes apresurado vas a ingerir más cantidad de alimentos? El cerebro tarda en recibir el mensaje del estómago que indica que ya está satisfecho. También sería bueno que no comieras frente al televisor porque esa distracción evitará que prestes atención a cuánto y qué estás consumiendo.
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